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Opinión 16-12-2025 06:06

¿QUIÉN VA DOMINAR LA BATALLA CULTURAL? Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Tenemos unas izquierdas, que, a pesar de calificarse de progresista, considera la política como un enfrentamiento, y, por ello, promueve el desprecio de la oposición, y se presenta, como método de lucha, al objeto de derribar al adversario. Ha llegado la hora de que la derecha que se ha sentido menospreciada y damnificada, reaccione y luche por traer a la realidad el gran bagaje cultural y político del que es depositaria, para renovar la sociedad

 

El pueblo ya está agotado con la política que se ha llevado. Hay un rechazo de la doctrina oficial, una oposición a la verdad impuesta por intereses políticos impulsados por el wokismo, e impuesto por el sanchismo en España. Y ante la crisis que se advierte en Occidente nuestros políticos han ido a buscar apoyo en China, tan lejos de nuestra cultura tradicional, en busca de una nueva palestra donde luchar, por lo que ya en Europa se encuentra arrinconado.

Este paso supone una vuelta en la pugna cultural que la nueva generación no está dispuesta a asumir, sin más. Es un efecto de la desorientación de una política progresista al estilo sanchista. La sociedad española, esencialmente, es de mentalidad derechista, y no está dispuesta a caer en la trampa que propone esta línea izquierdista, que le ha conducido a la ruina: con tanta escasez de viviendas para los jóvenes que tienen que iniciar su vida, con sueldos insuficientes para constituir una familia, que no se compensa con una publicidad para destrucción de la convivencia familiar, con lo que no hay una continuidad de la sociedad española, y que no se suple con el acarreo de extranjeros, que ha aportado una multiplicación de delitos.

Una auténtica democracia se crea con unas derechas conscientes de que la sociedad se hace con libertad, y con un actuar de forma que lleve a crear una sociedad adecuada, a la medida de la persona. Y se ha de advertir que ya es hora de corregir la línea política que han seguido los gobiernos de la izquierda, convirtiendo la comunidad política y cultural en destrucción de las creencias y de la convivencia en la sociedad.

Es claro que nuestros gobernantes han perdido el sentido de la realidad, cuando no contestan a las preguntas que se les hace en el Parlamento, cuando dan las noticias que les parece de los consejos de ministros, sin que respondan a la realidad, cuando hacen afirmaciones contra la lógica y van contra lo que muestra la experiencia, cuando recurren a la afirmación de su inocencia frente a las acusaciones se están viendo en los tribunales con evidentes indicios de delito, cuando hay una persecución personal, hasta de los parientes de los políticos de la oposición sin ninguna causa, y cuando se huye ante la increpación por parte de un público, perjudicado por el abandonó de los deberes del Gobierno.

Por todo ello, nos encontramos con un Pedro Sánchez arrogante, autoritario y dogmático, que se autoafirma: una perfección que no tiene, como se ve ante la imposibilidad de presentar el presupuesto anual, en hacer frente a la Dana de Valencia, que se justifica culpando con una publicidad arrogante al presidente de la Autonomía, pero los daños fueron por no realizar el Estado los obras que la hubieran evitado, y luego abandonar las ayudas para paliar los males que se han seguido.

Esta actitud, con la polarización que hace la izquierda, negando todo derecho a los que no piensan como ellos, está provocando una reacción, en cada momento más fuerte, solicitando que se provea una atención al pueblo.

Ante esta situación es necesario que la población reaccione, sin complejos, que se convenza que no es sólo de la izquierda adueñarse de las calles, y advierta a la autoridad que está abusando de la desviación de poder. Es necesario que las mentes de los ciudadanos adviertan, que su función es llamar la atención cuando hay abuso de poder, y actuar para que resulte eficaz la actuación del Gobierno. Vista la derivación que se ha seguido en estos tiempos, el `pueblo advierte que ha llegado la hora de un movimiento social orientado a la lucha por la cultura tradicional. Pues la presente generación no está dispuesta a aceptar una acrítica enseñanza y publicidad.

En la nueva programación de la sociedad no se puede caer en la dialéctica de la izquierda, sino que es necesario volver a la tradición, cuando el eje central era la persona, no el disparate de la ideología de woke, que ha partido del agotamiento por un desvío cultura, cuando la ideología progresista la ha dirigido hacía un materialismo en el que la única finalidad es el consumismo para enriquecer a los de siempre, a ese capitalismo absorbente, con perdida de la consideración de la persona individual, que es utilizado como medio de explotación.

La democracia no ha nacido de la izquierda, su doctrina lo estudiaron, como elemento esencial del estado, los teólogos clásicos de la escuela de Salamanca en el siglo XVI, teorías que no han sido asumidas por las izquierdas en cuando a su contenido esencial, pero se han servido del término democracia, vaciándole de su contenido intrínseco, y aplicando el término a sus intereses para explotación de la sociedad. Por ello la democracia propiamente es de derechas, porque ama la libertad y trabaja por construir la sociedad en función de la persona. Además, ser de derechas es querer que tu patria sea consciente de que es portadora de una tradición, que ha proporcionado la riqueza de pensamiento, que constituye la cultura universal que ha promovido el adelanto técnico de que disfrutamos. Frente a la desconstrucción de la sociedad que ha conseguido esta izquierda antihumanista con la materialización del medio en que se vive.

Tenemos unas izquierdas, que, a pesar de calificarse de progresista, considera la política como un enfrentamiento, y, por ello, promueve el desprecio de la oposición, y se presenta, como método de lucha, al objeto de derribar al adversario. Ha llegado la hora de que la derecha que se ha sentido menospreciada y damnificada, reaccione y luche por traer a la realidad el gran bagaje cultural y político del que es depositaria, para renovar la sociedad que se les está escapando. Reacción que se está advirtiendo se nota su resurgir en Europa, desde el ángulo de una derecha conservadora y nacionalista.

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